La tela es un tejido fabril de algodón; los extremos del dechado son los orillos de trama. Fue bordado con hilo de algodón de un cabo, teñido con colorantes naturales (puesto que la fecha es anterior al descubrimiento de la mauveína, el primer tinte sintético): añil y un tinte rojo (posiblemente alizarina vegetal), más un amarillo y un ocre que se han suavizado con el tiempo. La bordadora empleó cruceta, lomillo, deshilado rebordado y punto de hilván donde las puntadas cambian de orientación según el diseño, sin lograr el efecto óptico que da la seda con esa técnica.
Alrededor de la sección deshilada y rebordada se lee escrito en punto de cruz: “DE MANO DE ROSA OLARTE DISIPULA DE DONA DOLORES GALLEGOS CONCLUIDO EN 1848”. La inscripción parece atestiguar un sistema de educación no escolar donde las niñas aprendían a la par a escribir y a bordar. Llama la atención en este ejemplo el predominio del añil y el rojo aun antes de la alizarina sintética, que abarató los hilos de color y condujo a un predominio marcado del rojo y el azul en los textiles de algodón en México y Guatemala en la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX.
Sobresale en el dechado un venado que mira hacia atrás con flores en el hocico, como si las hubiera arrancado del jarrón frente a él. Se trata de una figura recurrente en los bordados mexicanos coetáneos, generalmente sin el jarrón. El diseño tiene paralelos interesantes en la iconografía china y japonesa, donde aparece un ciervo que lleva el hongo de la longevidad en la boca. En la simbología taoísta, el venado denota una carrera profesional exitosa por la semejanza fonética entre el término lù (鹿), que designa al animal, y lù (禄), ‘riqueza’ (originalmente el sueldo de un funcionario). El cuerpo ajedrezado del gamo en éste y otros dechados mexicanos refuerza el vínculo con el ícono asiático, que representa específicamente al sika (Cervus nippon), especie que se caracteriza por su pelaje moteado. En el arte popular chino, el ciervo de la prosperidad burocrática es representado con una rama en flor sobre el lomo.
La construcción de la ciudad de Wenzhou en la costa sudoriental de China está ligada míticamente con la aparición de un gamo con flores en el hocico.
El venado de este dechado, que aparece en varias piezas del siglo XIX en el acervo del MTO y otros museos, pide más investigación. No podemos descartar la posibilidad de una semejanza fortuita entre el diseño mexicano y el sika en el arte del Lejano Oriente, pero parece significativo que esa especie sea designada precisamente ‘ciervo flor de rosa’. Aun si fuera en efecto un ícono de origen asiático, es posible que haya llegado a nuestro país por vía de un modelo europeo, del mismo modo como creemos que influyeron en los rebozos mexicanos los jaspes que se pusieron de moda en París en el siglo XVIII, imitando las telas que fueron llamadas siamoises flambées, regalos que la embajada del rey de Siam llevó a Luis XIV en 1684.
Colección de Humberto Arellano / Donación de Alfredo Harp al MTO