Cecilia Jaime Lino es hija de doña Manuela Lino, una mujer que ha dedicado su vida al rescate de las técnicas textiles originales de Hueyapan, Puebla, municipio conocido como “la joya de la sierra y cuna del chal bordado”. El bordado es una labor donde doña Manuela ha dejado poco a poco su vista, pero no su entrega al arte textil. Cecilia aprendió de su madre, quien también enseñó a muchas otras mujeres de su comunidad, el trabajo que las identifica culturalmente, con la firme convicción de preservar su tradición textil.
Todos los productos que comercializan se basan en estándares de calidad que han determinado como grupo, cuidando que todos los hilos que utilizan sean teñidos con tintes naturales, que la tela sea tejida en telar de cintura o en algunos casos en telar de pedales, y que el bordado sea con la iconografía tradicional de Hueyapan. Este rescate ha tomado más de 35 años de trabajo y esfuerzo.
Cecilia relata acerca del proceso de teñido: “Para teñir se utilizan el sauco, el tepozán y la palmilla para el proceso de fermentación, sin olvidar el agua de simiente -como le llamamos nosotros- es un agua que viene desde nuestros bis tatarabuelos y más atrás, la guardamos con mucho celo, nunca se ha tirado y nunca se tirará. Las perso- nas que empezaron con el rescate, además de ser las únicas que sabían, eran las únicas que tenían agua de simiente. ”
Los colores se obtienen a partir de diferentes procesos, por ejemplo: el negro sale del añil junto con sauco, tepozán y la palmilla; también se tiñe con grana cochinilla para obtener los rosas, morados y el color vino. El color verde se obtiene a partir de la combinación de añil y una hierba llamada tezoate verde. Es importante mencionar que tanto la grana cochinilla como el añil, son tintes que deben conseguir en merca- dos de Oaxaca.
Cecilia recuerda que “para teñir deben de ir a relajarse en el campo, se organizan para ir al monte. Llevan sus varitas, porque hay víboras. Se van buscando las hierbas que necesitan, se suben a los árboles para bajar el musgo de los árboles y se divierten mucho. Regresando, lo que hacen es poner la hierba a hervir y preparan la tela, enma- dejan y lavan todo. Hierven la tela y los hilos para que en la noche se coloque el alum- bre y así los colores puedan quedar bien. Al día siguiente empiezan a teñir. Les lleva de tres a cuatro días obtener uno o dos colores. Mientras se tiñe, bordan. En las maña- nas trabajan con los colores oscuros y en la tarde trabajan con los colores claros, por la luz, escuchando música y platicando. Según sus creencias, es importante que nadie vaya a hacerlas enojar al taller porque se corta el proceso del teñido.”
Para Cecilia y doña Manuela es muy importante que la gente de Hueyapan continúe trabajando los tintes naturales, ya que desafortunadamente algunas personas utilizan tintes sintéticos para acelerar el proceso y con esto se demerita el trabajo de los demás que prefieren continuar con las técnicas ancestrales heredadas.
La meta de Cecilia es involucrar a la juventud para que aprendan a hacer este trabajo, porque considera que así se puede conservar esta tradición y transmitirla a otras gene- raciones. Para Cecilia es importante que las y los jóvenes piensen en su futuro, cimen-
tado en las raíces que los identifica, “así siempre sabrán lo que quieren lograr. Desafortu- nadamente, la modernización y los medios de comunicación influyen a que vayan con otro enfoque de la vida y olviden el trabajo que traen en la sangre.”
Además de preservar los colores con base en los tintes naturales, Cecilia se preocupa por conservar los diseños. Todos los diseños tienen significados, por ejemplo: “los esquine- ros, que son los árboles de elite, representan la vida, y al centro está una maceta que repre- senta el corazón. El diseño más representativo es el árbol del aguacate, y es la máxima representación porque hay mucho de este árbol y se da mucho ese fruto en Hueyapan. Las magnolias también, por eso son plasmadas en nuestro trabajo.” El trabajo de las tintoreras, tejedoras, bordadoras y empuntadoras de Hueyapan es minucioso, cada pun- tada comparte su identidad, por ello los diseños deben salir simétricos y exactos, si no es de esta manera, deben deshacerlo y empezar de nuevo, según cuenta Cecilia.
“Me motiva conservar la tradición que tenemos, soy muy celosa de querer resguardar para mi pueblo sus tradiciones. Es algo que nos identifica. Un proceso muy laborioso hay que cumplir para elaborar una pieza, pero en esta pieza va nuestra identidad y esa no tiene precio.”