Museo Textil de Oaxaca
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Una historia a la vez. No. 08
El minucioso y pequeño bordado de sus piezas narra grandes historias sobre la vida en su comunidad.
18 de mayo de 2015
Pieza del Mes
Las figuras bordadas representan su escritura, su conocimiento y la comunicación entre los habitantes de Santa Cruz en Michoacán.

La vida cotidiana y las festividades de Michoacán llenan de color un espacio del Museo Textil de Oaxaca. Nos acompaña Cristina Barriga, artista que representa al  grupo de bordadoras “Santa María”, de la comunidad de Santa Cruz, municipio de Tzintzuntzan, Michoacán, o como algunos lo conocen: el “País de la Monarca”.

El minucioso y pequeño bordado de sus piezas narra grandes historias sobre la vida en su comunidad. Las figuras bordadas representan su escritura, su conocimiento y la comunicación entre los habitantes de Santa Cruz en Michoacán. Las bordadoras del grupo “Santa María” son las nuevas cronistas de las tradiciones de su gente.

Su imaginación y destreza da vida textil al baile de los viejitos, una boda de rancho, una mujer echando tortillas y escenas que describen la vida cotidiana de la población, así como pasajes de sus festividades. Orgullosas de sus fiestas y costumbres, las bordadoras nos comparten que su comunidad es muy chiquita, bonita y llena de tradiciones. “Todo lo que bordamos tiene un significado, por pequeño que sea.  Todas son piezas únicas porque dibujamos con nuestro corazón y nuestra imaginación, y no todos los días sentimos ni pensamos lo mismo.”

El grupo de bordadoras -preocupado por mantener la mejor calidad- compra hilos en la ciudad de México y la tela que usan es tejida en telar de pedales, en talleres de Pátzcuaro, Michoacán.

 “Nuestro trabajo debe hacerse con 100% algodón, usamos manta  tejida a mano en telar de pedales, les damos trabajo a otras familias que le apuestan a lo hecho a mano. La puntada que hacemos le llamamos relleno, nudo y punto de cruz. Hacemos también rococó, costillas y lo combinamos con deshilado.”

 Cristina nos comenta que producir una bolsa requiere un arduo trabajo, ya que requiere de varios procesos: primero hay que dibujarlo, en eso se llevan dos o tres horas. Segundo, cuando ya está dibujado, hay que empezar a bordar, proceso que tarda aproximadamente una semana, trabajando diario, siete horas al día. Tercero, una vez terminado, hay que confeccionarlo, lo que lleva alrededor de una hora. Finalmente, es necesario lavar la pieza, plancharla y calcular su precio.

Lo que más enorgullece al grupo de artistas michoacanas es ver los sentimientos que provoca su trabajo en las personas y recibir felicitaciones de los espectadores que conocen, valoran y adquieren piezas que contienen el códice de la vida en Santa Cruz, Tzintzuntzan.

Cristina remata diciendo: “es un orgullo bordar, es lo máximo estar trabajando y enseñándole a la gente las tradiciones de nuestro Michoacán. Ésta es mi fuente de trabajo y mi compromiso con el pueblo, para que todos afuera sepan quiénes somos y de dónde venimos.”

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