Museo Textil de Oaxaca
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Una historia a la vez. No. 07
Los pasillos del Museo Textil de Oaxaca atesoran el lento, pausado y aislado caminar de doña Teófila Palafox
13 de abril de 2015
Pieza del Mes
Representante de más de diez mujeres tejedoras de San Mateo del Mar, Oaxaca.

Los pasillos del Museo Textil de Oaxaca atesoran el lento, pausado y aislado caminar de doña Teófila Palafox, representante de más de diez mujeres tejedoras de San Mateo del Mar, Oaxaca.

La artista Teófila Palafox, a quien se le conoce como “doña Teo”, es fiel a la creencia de la preservación y conservación de la tradición ikoots, una comunidad diferente y apartada a cualquier otra en Oaxaca. El trabajo de las tejedoras de San Mateo del Mar se distingue por ser un tejido elegante, moderado, sobrio y sutil, como el mismo caminar de su leal portavoz.

Desde los ocho años, doña Teo tiñe, teje, urde y coloca hilos uno a uno, para tramar con imágenes que viven en su cabeza, un huipil que lleva el código de su cultura y herencia milenaria.

Los diseños que distinguen a los huipiles de San Mateo del Mar son figuras que ven todos los días en su comunidad: “los dibujos deben estar en tu mente para después irlos plasmando hilo con hilo en el telar. También se puede copiar un dibujo ya escrito, pero las figuras ya las tenemos en la cabeza.”

El huipil se usaba para alguna boda y para la mayordomía; hoy en día, lo usan las niñas en las escuelas de la comunidad con la intención de rescatar las tradiciones que les pertenecen. Doña Teófila recuerda que el Museo Nacional de Antropología comenzó un proyecto de rescate de la tradición textil en los años 1970, donde compraban los huipiles que hacían las señoras que tejían. Fue así como pudo permanecer el tejido, pues empezaron a trabajar y siguieron hasta la actualidad, buscando siempre la forma de comercializar lo que trabajan.

“He caminado mucho porque sólo así se pude aprender. Tejer es un don, algunas personas no pueden porque no tienen paciencia, y para terminar un huipil necesitamos más de veinte días, dedicando cuatro horas diarias a tejer”, asegura doña Teo.

Siempre comprometida a difundir un trabajo tan apacible y antiguo, doña Teo va acompañada de los trabajos de sus compañeras, listos para ser revelados. “Me gusta visitar a las compañeras porque es mi forma de ser, yo visito mucho a la gente para que me platiquen lo que hacen y yo les pueda platicar lo que hago, así nos ganamos confianza y por eso dejan su trabajo en mis manos.”, confiesa doña Teo con una sonrisa de complicidad.

El grupo de tejedoras continúa trabajando porque considera que es ésta la manera en la que puede prevalecer la cultura propia del lugar donde nacieron y crecieron; es la herencia que les dejaron sus antepasados y lo que le dejarán a las generaciones futuras.

Teófila Palafox cierra con una convocatoria: “Invito a la gente a analizar el trabajo que les presentamos; si le gusta, que lo agarre con ganas de ponérselo y lo luzca. Si saben apreciarlo tendrá un significado y estén seguros que llevarán nuestra cultura andando”.

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